Eso pidió Patricia un día después del acto que relató, en el que también Fernando recibió su título de maestro.
Ayer participamos del acto de colación de los profesores para la enseñanza primaria del Mariano Moreno, fue un momento de reencuentro con los compañeros que cursaron las materias de profesorado. Con nosotros, también recibieron sus diplomas los egresados de este año que, aunque aún no terminaron de rendir todas las materias, se los agasajó con un acto simbólico.
Los que hacíamos la jura, observamos a los casi 100 alumnos que, con guardapolvo blanco, se acercaban a recibir su diploma. Nos dio mucha alegría ver entre todos los egresados, algunas caras que habían empezado a cursar antes que nosotros y que ahora, cuatro años después, podían decir “TERMINÉ” con orgullo. Claro, muchos de ellos ya están casados y tienen tres o cuatro hijos.
En ellos quiero detenerme hoy. Si yo, con 26 años, soltera, sin hijos ni marido a quienes atender, me siento tan feliz al verme con un título bajo el brazo ¿Cuánto más feliz se sentirá quien sí tiene hijos que mantener, un hogar que necesita su atención y un trabajo al que hay que cumplir con responsabilidad? ¡Cuánto esmero y cuánta dedicación! ¡Cuánto sacrificio se necesita para usar ese ratito libre que tal vez les queda, en abrir una carpeta, un libro y ponerse a estudiar!
Cada vez que alguien pone sus energías en un sacrificio como ese, les da un cachetazo a aquellos que dicen que “todo está podrido”, “esto no da para más”, “ya no hay salida”. ¡Qué poco vale la vida para aquellos que se expresan así!
¡No señores! No está todo podrido. Mientras haya uno, sólo uno, que decida superarse, que dé un paso adelante y que diga: “Si, voy a estudiar…¿Y qué?” nada está perdido.
Señora, señor, dé ese paso. Todo camino empieza con un paso, sólo con uno. Una vez que lo dé, el camino es más corto, ya le faltará menos. Haga aquello que siempre quiso hacer: estudie repostería, electricidad, computación, la primaria, el secundario o ciencias orientales. No importa, “porque cuando un pueblo sabe, no lo engaña un brigadier” dice Piero en su canción.
Estudie algo. Cualquier cosa. Ayúdese y ayúdenos a demostrar que no queremos ser un pueblo ignorante. ¿Sabe qué felices se sentirán sus hijos cuando la vean llegar a casa con un título de “nosequé”?
¿Quiere saber? Se sentirán tan felices como nosotros, dentro de tres años cuando vayamos en patota a la entrega del diploma de mi vieja, que se anotó para estudiar el secundario.
No pierda tiempo. Diciembre es el mes de inscripción en casi todas las carreras.
Si nos dejamos estar, nos convertiremos en uno de esos que dicen: “la vida no vale nada”
¿Cómo termina la historia? Pasaron los tres años y al recibir su diploma, fue Laura la encargada del discurso en nombre de los alumnos. No hizo más que leer aquella editorial de Patricia y, cuando terminó nos señaló a mí, nuestros hijos, hijos políticos y nietos, diciendo: ¡…y ahí está la patota!”
OTRO FINAL: Después de haber publicado esta entrada, Patricia recordó la historia y la puso en su Facebook haciendo su propia acotación:
NOTA: Este texto lo escribi en 1997 como editorial para un programa de radio que teniamos con mi familia. Que felicidad me da ver que ahora tambien lo estoy viviendo desde el lugar de madre y esposa que volvió a estudiar
OTRO FINAL: Después de haber publicado esta entrada, Patricia recordó la historia y la puso en su Facebook haciendo su propia acotación:
NOTA: Este texto lo escribi en 1997 como editorial para un programa de radio que teniamos con mi familia. Que felicidad me da ver que ahora tambien lo estoy viviendo desde el lugar de madre y esposa que volvió a estudiar