sic et ego habui menses vacuos
et noctes laboriosas enumeravi mihi.
Liber Job, 7,3
Como ya hace mucho cerré mi
faceboock, no espero la caprichosa selección del año que la empresa hizo a su
usuarios en el fin de 2014.
Tampoco la voy a hacer yo mismo.
Pero tengo que decir que este año,
como dice Job en la cita del comienzo, “así
me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor”.
Tengo que confesar que sólo tuve
conciencia de esta realidad, después de leer la columna de Pepe Elíaschev titulada
“Caerse”, que ahora transcribo:
“¿Sigo siendo, acaso, el mismo hombre inquieto que hasta entrar al quirófano, el 19 de mayo, sentía delicia profunda en su curiosidad insaciable por todo y por todos? Presumo que ya no. (...) Pero lo cierto es que enfermarse significa también una sanación posible, palabra que conocía, pero a la que yo no le daba mayor relieve.”
Yo tuve la sanación, él no.
Pero es cierto que después de haber
golpeado las puertas de san Pedro, uno mira la vida de otro modo.
Desde el 3 de enero en que fui
internado, 2014 estuvo signado por tratamientos y estudios que me fueron
causando diversas reacciones. Al finalizar diciembre cumplí mis 70 años pleno
de vida y de alegría.
Ahora sólo espero que en estos
primeros meses del 2015, con mi septuagenaridad recién inaugurada, la última operación me largue de nuevo a la
vida “normal”.
Mi fe sigue inquebrantable, como la
de Job.
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