Más contradictoria de lo que creés. En la entrada anterior, menciono a “la entrada anterior”. Pero descubro que la escribí pero no la publiqué. Para eso lo hago ahora con una advertencia:
ESTA ES LA ENTRADA ANTERIOR DE LA ENTRADA ANTERIOR. Una suerte de entradanterior al cuadrado.
¿Pa’ qué querés un blog, si no escribís nada en el?
Es cierto, hace rato que no escribo nada (postear se dice ¿no?), no por vagancia,(siempre decimos lo mismo) sino porque he descubierto que las contradicciones que nos aquejan me hacen mal. La presión me subió hasta 22 y no baja de 16, por lo que he resuelto tomarme las cosas a broma. Trataré de que las mismas contradicciones que me hicieron hipertenso, comiencen a hacerme reír. Eso sí, no voy a buscar dónde están las contradicciones en lo que escribo ni a buscar contradicciones para escribir. Al fin de cuentas, en este mundo ruin, todo encierra alguna contradicción. Y si encontrara algo que no fuera así, ponerlo en el blog sería una contradicción con el tema. Y todos felices…
Perdón por ser contradictorio.
domingo, 29 de junio de 2008
AMIGOS SON LOS AMIGOS
Algún día habría que escribir algo en serio sobre las recomendaciones que nos hacen nuestros amigos y –porqué no– las que nosotros hacemos. Un médico, un albañil, un medicamento, un cura, un método anticonceptivo… cualquier cosa es factible de ser recomendada. En ese escrito habría que incluir un manual de cómo librarse de ellas o, al menos, no creerlas.
Vamos al grano, aunque nos cobren retenciones. Como aparentemente los médicos no dan con la tecla para solucionar el problema de la hipertensión que conté en la anterior entrada, un amigo me recomendó ir al hospital Sommer de Rodríguez (de la ciudad de Gral Rodríguez, no de don Rodríguez)
–Es mucho mejor que cualquier clínica – me dijo- Ni siquiera hay gente. Sacás turno por teléfono y podés llegar fácil y rápido tomando en Rodríguez un colectivo que te deja en la puerta.
Como no puedo suponer que mi amigo no habló de buena fe, tengo que pensar algunas alternativas:
1.- Él no fue nunca.
2.- Fue en auto.
3.- Fue en verano, cuando hay menos enfermos.
Voy a tratar de explicar cuál es el motivo de estas lacrimosas quejas.
Laura me sacó el turno con el cardiólogo, para el martes 24 de junio a las 9 de la mañana. Ese día a las 7 salí a tomar el colectivo en la ruta para llegar a Rodríguez. Buen servicio. No tuve que esperar mucho. Me senté en La Reja, en el último asiento. Todo bien, hasta que pasamos el límite del partido de Moreno, cuando la ruta comienza a hacer saltar el colectivo.
(ADVERTENCIA AL LECTOR: AQUÍ COMIENZA UNA BREVE DIGRESIÓN DE AÑORALGIA, QUE PUEDE SER SALTEADO SIN QUE AFECTE A LA CONTINUIDAD DEL RELATO)
Explico: En 1951, cuando me fui a vivir al barrio donde hoy vivo, la ruta era mas angostita, de hormigón armado, con juntas de dilatación rellenas con asfalto. Cada tanto, cuando las juntas se vaciaban, se las volvía a rellenar. Unos años después se puso sobre el hormigón una capa de asfalto y se ensanchó la ruta. Pero las juntas se vacían y la capa asfáltica toma la forma del hormigón, es decir que se forman ranuras. Hace unos años el intendente de Moreno logró que vialidad volviera a recapar la ruta. Pero el convenio era para Moreno, así que comenzaron desde el límite con Rodríguez hasta Paso del Rey. Por eso, a través de los años se fue agravando el problema y quien transite desde Moreno hacia Luján debe someterse a los saltos de la ruta (antes Nacional Nº 7 y ahora Provincial Nº 5)
(FIN DE LA DIGRESIÓN)
Salvo los saltos (que traté de paliar mediante la curiosa formación de un puente con mi cuerpo, apoyando la espalda en el respaldo, para evitar que los saltos golpearan el fin de la columna vertebral), salvo eso, llegué en 20 minutos a Rodíguez
Me puse en la cola del colectivo que va al Sommer y esperé.
Y esperé.
Y esperé.
………
Y esperé.
Y esperé.
………
Y esperé.
Y esperé.
………
El colectivo ya venía lleno (Esos colectivos vienen con pasajeros de fábrica) Cuando saqué el boleto (si, el boleto, cortado por el chofer) tuve el primer atisbo de la distancia. Me costó $ 1,60. Teniendo en cuenta que desde Moreno a Rodríguez sale $ 1,30, me preparé para lo peor.
Para decirlo de una vez y brutalmente: la distancia a recorrer desde la estación de Rodríguez hasta el Sommer es de ¡¡¡22 kilómetros!!! Por suerte a mitad de camino me pude sentar y me dispuse a disfrutar el panorama. ¿Viste esos campos de la provincia de Santa Fe, donde por muchos kilómetros sólo se ve campo y campo; arados unos, sembrados otros, y allá en el fondo algún ranchito? Bueno, esto es lo mismo pero sin arados, sin sembrados y sin ranchitos en el fondo.
Al fin ví la entrada del Sommer. Allí termina ostentosamente la ruta. Y digo “ostentosamente”, porque hay una gran platea de hormigón como para dar la vuelta y volver por donde uno vino. Más allá siguen unas barrosas calles en bajada, por donde es muy peligroso seguir porque se terminan abruptamente y existe un serio riesgo de caer entre las patas de los elefantes que sostienen el mundo.
Pero eso no amilanó al chofer y decidió seguir su marcha como volviendo hacia Rodríguez pero cortando camino. Se metió en el hospital, por una entrada previamente enjabonada para que el colectivo no quedara encastrado pa siempre. (Creo que algún espejo retrovisor puede haber quedado incrustado en las paredes)
(COMIENZA OTRA DIGRESIÓN, ESTA VEZ EXPLICATIVA, QUE TAMBIÉN PUEDE SER OBVIADA, PERO EL QUE NO CONOCE EL LUGAR QUEDARÁ SIN ENTENDER. VOS ELEGÍS) (Perdoná que te tutee, pero como hace tanto que venimos viajando juntos…)
El Hospital Nacional Sommer es una antigua colonia para leprosos. Cuando se descubrió un medicamento que evitaba el contagio, se mandaron los leprosos a su casa y el lugar se transformó en hospital. Ese es el porqué de su instalación en un paraje remoto, y que dentro del predio haya muchos edificios que van siendo refuncionalizados.
El colectivo entra, porque hay más de un kilómetro desde la puerta hasta los consultorios.
(FIN DE LA DIGRESIÓN)
Una vez dentro de la ex – Colonia, comienzan a subir nuevos pasajeros, pero éstos son para volver a Rodríguez. Lo toman al entrar, para ganarle los asientos a los que van a subir cuando el colectivo llega al final (¡Semo vivos o no semo vivos!). Al fin llegamos. Mientras bajamos por la puerta de atrás, los vivos van ocupando los asientos y los giles suben por la puerta de adelante a un colectivo que, como siempre, ya está lleno.
Recordarás que yo tenía turno a las nueve. Lástima que llegué a las diez menos cuarto. Amablemente se me explicó que con gusto sería atendido, una vez concluida la lista de espera. Unos quince. Miré la sala. Un cuarto más pequeño que el comedor de casa, pero lleeeeeeno de gente que tosía, estornudaba, se sonaba la nariz, escupía y se rascaba. Viejos con muletas y chicos que pueden correr con fiebre, con bufandas y con obstáculos (nosotros).
Y si. ¿Qué otra cosa podía hacer? Decidí irme ya y para siempre.
Cuando salí el colectivo ya iba por la esquina. Un paisano que estaba allí, me habrá visto algo en la mirada, porque me dijo:
- Lo bueno es que el colectivo viene en seguida.
Quise contestarle contándole lo que había esperado para venir, pero sólo me salió un
– Pe…pe…pero…
Otra vez el paisano me interpretó, porque continuó con su comentario no pedido
– Uno da una vueltita por ahí y enseguida se pasan los cuarenta minutos.
Dada la inocente pinta del tipo, yo creí que hablaba en serio. Pero se largó a reír. ¡El guacho me estaba cargando!
Me fui caminando hasta la entrada y me puse a esperar en la platea del finisterre, mirando los confines del universo. Pensé: La próxima salida que haga va ser a Ushuaia, ya no estoy para viajes largos.
Hasta que volvió el colectivo. Pero no subí cuando entraba, como los “vivos”. ¡Viajaré parado pero sigo siendo solidario!
FIN DE LA HISTORIA.
Cuando entré en casa grité
– Ponete contenta Laura, ¡Tengo un corazón a toda prueba!
Vamos al grano, aunque nos cobren retenciones. Como aparentemente los médicos no dan con la tecla para solucionar el problema de la hipertensión que conté en la anterior entrada, un amigo me recomendó ir al hospital Sommer de Rodríguez (de la ciudad de Gral Rodríguez, no de don Rodríguez)
–Es mucho mejor que cualquier clínica – me dijo- Ni siquiera hay gente. Sacás turno por teléfono y podés llegar fácil y rápido tomando en Rodríguez un colectivo que te deja en la puerta.
Como no puedo suponer que mi amigo no habló de buena fe, tengo que pensar algunas alternativas:
1.- Él no fue nunca.
2.- Fue en auto.
3.- Fue en verano, cuando hay menos enfermos.
Voy a tratar de explicar cuál es el motivo de estas lacrimosas quejas.
Laura me sacó el turno con el cardiólogo, para el martes 24 de junio a las 9 de la mañana. Ese día a las 7 salí a tomar el colectivo en la ruta para llegar a Rodríguez. Buen servicio. No tuve que esperar mucho. Me senté en La Reja, en el último asiento. Todo bien, hasta que pasamos el límite del partido de Moreno, cuando la ruta comienza a hacer saltar el colectivo.
(ADVERTENCIA AL LECTOR: AQUÍ COMIENZA UNA BREVE DIGRESIÓN DE AÑORALGIA, QUE PUEDE SER SALTEADO SIN QUE AFECTE A LA CONTINUIDAD DEL RELATO)
Explico: En 1951, cuando me fui a vivir al barrio donde hoy vivo, la ruta era mas angostita, de hormigón armado, con juntas de dilatación rellenas con asfalto. Cada tanto, cuando las juntas se vaciaban, se las volvía a rellenar. Unos años después se puso sobre el hormigón una capa de asfalto y se ensanchó la ruta. Pero las juntas se vacían y la capa asfáltica toma la forma del hormigón, es decir que se forman ranuras. Hace unos años el intendente de Moreno logró que vialidad volviera a recapar la ruta. Pero el convenio era para Moreno, así que comenzaron desde el límite con Rodríguez hasta Paso del Rey. Por eso, a través de los años se fue agravando el problema y quien transite desde Moreno hacia Luján debe someterse a los saltos de la ruta (antes Nacional Nº 7 y ahora Provincial Nº 5)
(FIN DE LA DIGRESIÓN)
Salvo los saltos (que traté de paliar mediante la curiosa formación de un puente con mi cuerpo, apoyando la espalda en el respaldo, para evitar que los saltos golpearan el fin de la columna vertebral), salvo eso, llegué en 20 minutos a Rodíguez
Me puse en la cola del colectivo que va al Sommer y esperé.
Y esperé.
Y esperé.
………
Y esperé.
Y esperé.
………
Y esperé.
Y esperé.
………
El colectivo ya venía lleno (Esos colectivos vienen con pasajeros de fábrica) Cuando saqué el boleto (si, el boleto, cortado por el chofer) tuve el primer atisbo de la distancia. Me costó $ 1,60. Teniendo en cuenta que desde Moreno a Rodríguez sale $ 1,30, me preparé para lo peor.
Para decirlo de una vez y brutalmente: la distancia a recorrer desde la estación de Rodríguez hasta el Sommer es de ¡¡¡22 kilómetros!!! Por suerte a mitad de camino me pude sentar y me dispuse a disfrutar el panorama. ¿Viste esos campos de la provincia de Santa Fe, donde por muchos kilómetros sólo se ve campo y campo; arados unos, sembrados otros, y allá en el fondo algún ranchito? Bueno, esto es lo mismo pero sin arados, sin sembrados y sin ranchitos en el fondo.
Al fin ví la entrada del Sommer. Allí termina ostentosamente la ruta. Y digo “ostentosamente”, porque hay una gran platea de hormigón como para dar la vuelta y volver por donde uno vino. Más allá siguen unas barrosas calles en bajada, por donde es muy peligroso seguir porque se terminan abruptamente y existe un serio riesgo de caer entre las patas de los elefantes que sostienen el mundo.
Pero eso no amilanó al chofer y decidió seguir su marcha como volviendo hacia Rodríguez pero cortando camino. Se metió en el hospital, por una entrada previamente enjabonada para que el colectivo no quedara encastrado pa siempre. (Creo que algún espejo retrovisor puede haber quedado incrustado en las paredes)
(COMIENZA OTRA DIGRESIÓN, ESTA VEZ EXPLICATIVA, QUE TAMBIÉN PUEDE SER OBVIADA, PERO EL QUE NO CONOCE EL LUGAR QUEDARÁ SIN ENTENDER. VOS ELEGÍS) (Perdoná que te tutee, pero como hace tanto que venimos viajando juntos…)
El Hospital Nacional Sommer es una antigua colonia para leprosos. Cuando se descubrió un medicamento que evitaba el contagio, se mandaron los leprosos a su casa y el lugar se transformó en hospital. Ese es el porqué de su instalación en un paraje remoto, y que dentro del predio haya muchos edificios que van siendo refuncionalizados.
El colectivo entra, porque hay más de un kilómetro desde la puerta hasta los consultorios.
(FIN DE LA DIGRESIÓN)
Una vez dentro de la ex – Colonia, comienzan a subir nuevos pasajeros, pero éstos son para volver a Rodríguez. Lo toman al entrar, para ganarle los asientos a los que van a subir cuando el colectivo llega al final (¡Semo vivos o no semo vivos!). Al fin llegamos. Mientras bajamos por la puerta de atrás, los vivos van ocupando los asientos y los giles suben por la puerta de adelante a un colectivo que, como siempre, ya está lleno.
Recordarás que yo tenía turno a las nueve. Lástima que llegué a las diez menos cuarto. Amablemente se me explicó que con gusto sería atendido, una vez concluida la lista de espera. Unos quince. Miré la sala. Un cuarto más pequeño que el comedor de casa, pero lleeeeeeno de gente que tosía, estornudaba, se sonaba la nariz, escupía y se rascaba. Viejos con muletas y chicos que pueden correr con fiebre, con bufandas y con obstáculos (nosotros).
Y si. ¿Qué otra cosa podía hacer? Decidí irme ya y para siempre.
Cuando salí el colectivo ya iba por la esquina. Un paisano que estaba allí, me habrá visto algo en la mirada, porque me dijo:
- Lo bueno es que el colectivo viene en seguida.
Quise contestarle contándole lo que había esperado para venir, pero sólo me salió un
– Pe…pe…pero…
Otra vez el paisano me interpretó, porque continuó con su comentario no pedido
– Uno da una vueltita por ahí y enseguida se pasan los cuarenta minutos.
Dada la inocente pinta del tipo, yo creí que hablaba en serio. Pero se largó a reír. ¡El guacho me estaba cargando!
Me fui caminando hasta la entrada y me puse a esperar en la platea del finisterre, mirando los confines del universo. Pensé: La próxima salida que haga va ser a Ushuaia, ya no estoy para viajes largos.
Hasta que volvió el colectivo. Pero no subí cuando entraba, como los “vivos”. ¡Viajaré parado pero sigo siendo solidario!
FIN DE LA HISTORIA.
Cuando entré en casa grité
– Ponete contenta Laura, ¡Tengo un corazón a toda prueba!
sábado, 28 de junio de 2008
LAS CONTRADICCIONES SON MUCHAS.
Uno mismo también es contradictorio. Y no hay que buscar mucho para encontrarlas. Y si no miremos esto de armar un blog y no “llenarlo”. Sin embargo escribí algunas cosas pero, para seguir siendo contradictorio, no las publiqué. Lo hago ahora, aunque las noticias que menciono ya no están en los medios. Ahí va. Por si a alguien le interesa lo escribí el 19 de marzo.
Para el escritor, el mayor de los problemas que enfrenta es el de encontrar el tema, ya se trate de una obra de teatro, un ensayo o una novela.
Me parece que con el tema que elegí para mi blog, encontré la solución. Aunque quizás haya pecado de exagerado. ¡Es que las contradicciones son tantas que no sabemos por donde empezar!
Lo bueno de Internet (¿Lo bueno?) es que podemos leernos todos los diarios en un ratito y conseguimos material de sobra. Abro hoy “Minuto uno” y ahí nomás empiezan las ideas:
“Acusan a un político de utilizar fondos públicos en servicios sexuales gay". Podríamos buscar los argumentos que puso en su campaña electoral.
Lo mismo podríamos decir del episodio del alcalde de Nueva York cuya contradicción surge sin buscar argumentos, cuando leemos el título que sigue: “El escándalo vende: llegan las tazas y remeras dedicadas al gobernador neoyorkino.”
Y, queriendo encontrar más material, seguimos adelante:
“Barrabravas asaltan a los jugadores de su propio equipo de fútbol”
“La justicia le pone fin al pedido de dos hermanos para legalizar su amor. Son hermanos y tuvieron cuatro hijos”
Con “Crítica Digital”, también tenemos suerte:
“Daniel Peralta confirmará que los fondos de Santa Cruz siguen en Suiza”
“Funcionario de la dictadura tucumana asume en la corte”
Clarín y Página 12 son contradicciones en si mismos. Una, porque son competencia con el mismo propietario y otra porque se supone que el objeto de un diario es informar, pero se elude toda información importante.
Creo que las contradicciones expuestas son demasiado obvias. Mi obligación debería ser buscar contradicciones donde aparentemente no las hay. Tendré que ponerme a trabajar.
Bueno, leyendo lo escrito comprendo que no es una contradicción no haberlas publicado. Ahora lo puedo hacer porque da ternura verlas tan chiquititas, tan poco contradictorias con las que hoy están en boga…
Para el escritor, el mayor de los problemas que enfrenta es el de encontrar el tema, ya se trate de una obra de teatro, un ensayo o una novela.
Me parece que con el tema que elegí para mi blog, encontré la solución. Aunque quizás haya pecado de exagerado. ¡Es que las contradicciones son tantas que no sabemos por donde empezar!
Lo bueno de Internet (¿Lo bueno?) es que podemos leernos todos los diarios en un ratito y conseguimos material de sobra. Abro hoy “Minuto uno” y ahí nomás empiezan las ideas:
“Acusan a un político de utilizar fondos públicos en servicios sexuales gay". Podríamos buscar los argumentos que puso en su campaña electoral.
Lo mismo podríamos decir del episodio del alcalde de Nueva York cuya contradicción surge sin buscar argumentos, cuando leemos el título que sigue: “El escándalo vende: llegan las tazas y remeras dedicadas al gobernador neoyorkino.”
Y, queriendo encontrar más material, seguimos adelante:
“Barrabravas asaltan a los jugadores de su propio equipo de fútbol”
“La justicia le pone fin al pedido de dos hermanos para legalizar su amor. Son hermanos y tuvieron cuatro hijos”
Con “Crítica Digital”, también tenemos suerte:
“Daniel Peralta confirmará que los fondos de Santa Cruz siguen en Suiza”
“Funcionario de la dictadura tucumana asume en la corte”
Clarín y Página 12 son contradicciones en si mismos. Una, porque son competencia con el mismo propietario y otra porque se supone que el objeto de un diario es informar, pero se elude toda información importante.
Creo que las contradicciones expuestas son demasiado obvias. Mi obligación debería ser buscar contradicciones donde aparentemente no las hay. Tendré que ponerme a trabajar.
Bueno, leyendo lo escrito comprendo que no es una contradicción no haberlas publicado. Ahora lo puedo hacer porque da ternura verlas tan chiquititas, tan poco contradictorias con las que hoy están en boga…
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