martes, 17 de noviembre de 2009

NADAR POR LA VIDA



En La Nación del 14 de noviembre, en sus “Historias con nombre y apellido”, Leila Guerriero publica la historia de María Inés Mato, La mujer que nunca pudo dejar de nadar (un formidable artículo que se puede leer haciendo clic aquí)
Lo que yo quiero destacar es sólo un párrafo que no sólo sirve para nadadores:
¿Qué hacés cuando nadás? –dice María Inés– Buscar con las manos masas de aguas quietas. En el diálogo entre el nadador y el agua se producen zonas de agua que funcionan como puntos de apoyo. Lo que uno hace al nadar es escalar. Te apoyás en esa masa quieta con las manos, y trasladás tu cuerpo. Lo central es la toma del agua. Tomar el agua, apoyarte en el agua, subir.

Hubiera querido hacer un comentario para que se vea el paralelo entre lo que hace María Inés para nadar y lo que deberíamos hacer para vivir cumpliendo nuestros propósitos. Pero he decidido dejar que la razón de mis lectores reemplace mis palabras

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