Todos la vimos alguna vez. Es esa joven señora que camina apuradísima por
la vereda.
Más atrás, con lentitud,
distrayéndose a cada paso, levantando cosas del suelo, va su hijo, con
guardapolvo de jardín.
Cada tanto, la mamá lo espera (o retrocede), lo apura, lo reta, le saca las
cosas que lleva en las manos, se las limpia con el pañuelo y lo arrastra en su
propio torbellino o lo alza a upa.
Y así siguen unos metros hasta que el pibe se vuelve a soltar, las
distancias se acrecientan y… vuelta a empezar
No es que el nene no quiera ir al jardín, sino que no le importa la
puntualidad.
Y la
madre tampoco quiere ser puntual. Sólo pretende sacarse al nene de encima
cuanto antes.
1 comentario:
Hola Ernesto.
He leído tus poemas entre mates en la casa de una gran amiga, que por coincidencia es de los dos.
Me he sumergido en poemas escritos en 1971 y los he sentido como si fueran escritos para mí, eso es lo bueno cuando uno se dedica a escribir y otro ser se siente el dueño de lo que escribe y lo hace suyo, pero no solo a mí que tengo 41 años sino también a mis hijos de 15 y 12 años. Y bueno yo soy esa gaviota de Comodoro Rivadavia que sobrevoló tu correo por un tiempo largo, y es que algún momento ha sido porque has hecho arreglos a un poema de esa amiga en común y yo lo transformé en PPS.
Gracias por pasar por mi blog.
Besos y saludos a tu familia.
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