martes, 1 de julio de 2008

REGALO

Paráfrasis (cuasi-plagio) actualizado de “Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj” de Julio Cortázar (“Historia de Cronopios y de Famas”)

Pensá en esto: cuando te regalan un celular te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el celular, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, japonés con mensajes de texto, memoria infinita, fotos y videos; no te regalan solamente ese menudo compañero que atarás a tu cintura o colgarás de tu cuello y pasearás con vos. Te regalan, –no lo saben, lo terrible es que no lo saben–, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de vos mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su clip como un bracito desesperado colgándose de tu cinturón. Te regalan la obligación de cargar la batería periódicamente para que siga siendo un celular; te regalan la obsesión de atenderlo en cualquier tiempo y lugar, de contestar los mensajes de texto más triviales como si fueran mensajes divinos, de comprobar si está conectado y si tiene señal. Te regalan el temor de que el mundo te haya abandonado si pasaron más de diez minutos sin recibir llamados. Te regalan el don de abstraerte de todos los que te rodean, amigos, familiares y amores, para atender con exclusividad a ese invisible interlocutor que te acecha desde el infinito.
Con ese regalo te traen además la agilidad para salir violentamente de la clase, de la conferencia, de la reunión o de la misa para ocuparte de ese viajero que te visita desde el espacio; o de sentirte un traidor si lo desconectás. Te traen la posibilidad de convertirte en un bufón, gesticulando, riéndote solo mientras golpeás con veloz habilidad sus diminutos botones, con cara de “¡qué-vivo-que-soy-que-ingeniosa-respuesta-estoy-escribiendo!”.
Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca y la seguridad de que es un modelo superior a todos los demás.
Te regalan el temor de que estés desactualizado con los últimos avances en materia de celulares
No te regalan un celular. Vos sos el regalado, a vos te ofrecen para el cumpleaños del celular.

Te recomiendo que apagues el celular y leas al venerable autor original.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Te acordás cuando nos llegaba una carta de alguien que nos quería?
Ahora solo son para cuentas y citaciones.
Será por eso que el mail me encanta. Realmente siento una especie de
buena sensación. Y creo que lo descubrí, aunque tarde, en un buen
momento de mi vida. En esta época de las comunicaciones creo que la
palabra escrita llena. No los mensajes de texto que parecen el Lerú de
la comunicación. Parecerá una estupidez porque si tomo el teléfono
estoy con quien quiero en el instante y para estar persona a persona
el auto me lo permite en pocos minutos. Pero la carta (Así llamo yo al
E-mail) me hace sentir que un amigo que lo imagino lejos está cerca.
Me acuerdo o se acuerda y escribo o escribe. Es genial.
Lo que decís del celular es tan simple como cierto. Conozco personas
que pierden mucho, pero mucho de su tiempo en escribir toda una serie
de pelotudeces sin sentido y encima pagan por ello los que los
convierte en doblemente pelot,,,- Perdón por lo de "escribir", de
alguna forma hay que llamarlo, aunque en contra de los que sostienen
que el idioma es cambiable (yo también creo lo mismo, la historia lo
demuestra) esta es una forma de destrucción del idioma. Otra forma de
aculturación solayadamente impuesta por los que así les conviene.
Por esto es que a pesar que muchos de mis allegados quieren regalarme
un celular como todavía no lo necesito no lo acepto. Quizás algún día
sea necesario que lo lleve conmigo (A vos también) aunque sea como una
placa de identificación por si me pierdo. (Ya me están convenciendo
que el futuro es de los celulares)